Los contrastes de una ciudad llamada Bogotá
Con facilidad ir de la localidad de Usme al sector de Usaquén la gente se puede tardar tres largas horas para llegar de extremo a extremo de una misma ciudad dentro de la ciudad.
Hablar de contrastes es pensar en una divergente ciudad llamada Bogotá. Fría y cambiante. A la una de la tarde puede ser calurosa y al rato llueve. La segunda con el tráfico más complicado. De contrastes, agudos.
No tiene ningún lenguaje arquitectónico, por ejemplo se ven los diseños de los ladrillos, por la tendencia de un arquitecto llamado, Rogelio Salmona. “Bogotá está a tres horas de Bogotá”, el dicho popular con el significado de los grandes “trancones”.
Desde Usme a Usaquén, la gente se puede tardar tres largas horas para llegar, de extremo a extremo de una misma ciudad dentro de la ciudad. A las diez de la noche, el comercio trabaja. En el centro, hay diversidad de tribus urbanas, la zona histórica donde hay edificios, como Bacatá, nuevos y altísimos, justo al lado de la zona histórica, manifestó el arquitecto, Cristian Olivares.
El sur la diferencia del norte
La diferencia entre el norte y el sur de Bogotá, depende de los ojos con que se mire, dijo Karelis Amenaira, venezolana quien vive en la “neverita”, desde hace más de seis años. En la zona sur, las clases sociales están bien marcadas, por la indigencia que se observa, la basura en las calles, la falta de las políticas públicas para mantener un servicio tan esencial como el aseo.
En las esquinas donde la gente coloca la basura, permanece regada, porque los recicladores escudriñan en las bolsas y esparcen los desechos sólidos. En cada rincón, está la economía informal. La venta de pan, frutas, verduras, tinto, cigarrillos, entre los más destacados.
Muchas veces se nota la agresividad en la gente, hay una falta de respeto por parte de los motorizados que corren a toda velocidad y la gente debe correr para evitar ser atropellado, expresó.
La forma de vestir es simple y sencilla. “Aquí no se ve una vestimenta de marcas, aquí se ve la carencia de los recursos económicos y la lucha diaria por conseguir el dinero del día a día, para pagar el arriendo, la comida y los servicios”.
La disparidad va bien marcada con el norte, donde la elegancia de las damas y los caballeros brilla por las principales avenidas, botas, abrigos, corbatas; de marcas. No hay los avisos luminosos llamativos de las ventas, sino restaurantes distinguidos, para que los comensales degusten los mejores platos a los precios más altos.
En el norte, las calles están siempre limpias. Los jóvenes con ostentosos celulares tienen su modo particular de estar aislados en los audífonos, hablan como solos mientras caminan indiferentes a la realidad de Colombia.
Un sistema de transporte diferente
Cristian Olivares, arquitecto bogotano, criado en la ciudad de los contrastes, afirmó que el sistema de transporte bogotano, es diferente. ¿En qué estriba esa diferencia? Se implementó en el año 2000 en pleno cambio del milenio. Fue una respuesta a la ausencia del metro. El alcalde de Bogotá era Enrique Peñalosa.
En ese momento, crearon “Transmilenio”, una empresa privada de autobuses articulados que transitan por unas vías exclusivas, aunque siguen siendo dos buses pegados. Se trata de un servicio de traslado híbrido, parece rápido y cumple con las necesidades, sin embargo, se congestiona en las llamadas horas “pico”.
Está “el alimentador” un servicio complementario, gratuito, para que la gente no camine hasta las estaciones o no agarre otro transporte, que lo hay, el SITP, Sistema Integrado de Transporte, el cual complementa las rutas que no hace el Transmilenio.
El tráfico tiene un atraso de treinta años, se implementan medidas que no cumplen la necesidad de una urbe tan dinámica en el crecimiento, como Bogotá, que se ve en las construcciones, que se realizan hacia lo alto, con torres de 30 pisos en el norte y en el sur.
Kennedy, la inclusiva
Kennedy, la localidad inclusiva, tiene muchos barrios populares, desde gente con bajos recursos, hasta sectores exclusivos de nivel más alto adquisitivo. Con un millón de habitantes aproximado. Se fundó en 1962, cuando John F. Kennedy, visitó a Colombia, invirtió en la infraestructura para mejorar las viviendas. Bogotá sólo llegaba hasta ese lugar. Hoy, queda un Monumento pequeño, una placa, que indica que el expresidente estadounidense fue el fundador.